Encantar criatura. Cuando el Cráneo roto entre, mira la mano del jugador objetivo. Puedes elegir de ahí una carta que no sea tierra. Ese jugador descarta esa carta. Cuando la criatura encantada reciba daño, destrúyela.
Tarvin, con los oídos pitándole y la cabeza palpitándole, solo pudo esperar para ser testigo de qué acabaría con él.